Bendición de los Santos Óleos




Diversidad Cristiana - Iglesia Antigua en Uruguay

Ceremonial para la Bendición de los Santos Óleos.



Guía:

Nos reunimos para participar de la Ceremonia religiosa en la cual se bendecirán los Santos Óleos.

Esta celebración presidida por el Obispo, dentro de la cual se consagra el Santo Crisma y bendice los demás óleos, es una manifestación de la Iglesia –pueblo sacerdotal- y una expresión de comunión con el Obispo.


1 – INVOCACION.

Obispo:

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús el Mesías, que por medio del Mesías, nos ha bendecido con toda bendición del Espíritu (Efesios 1,3).

Asamblea:               
Bendito sea Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

2 – ACTO PENITENCIAL.

Obispo:

En presencia de la Divinidad, que se regocija como el pastor porque encontró la oveja perdida (Lc. 15,1-7), como la mujer porque recuperó la moneda extraviada (Lc. 15,8-10),  como el padre porque el hijo retorna a la casa (Lc. 15,11-32), pidamos perdón por nuestras ofensas (Mt. 5,23-24).

Momento de silencio.

Gesto de Reconciliación Comunitaria – Abrazo de Paz

Guía:

Nos  unimos con inmensa alegría en el himno del Gloria.

3 - GLORIA

Obispo:
Gloria a Dios en el cielo …

Asamblea:
… y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

4 – ORACION COLECTA

Obispo:

Dios, Madre y Padre, que por la unción del Espíritu Santo constituiste a Jesús, Mesías y Señor, y a nosotros y nosotras, miembros de su cuerpo nos haces partícipes de su misma unción;  ayúdanos a ser en el mundo testigos fieles de tu mensaje liberador e inclusivo, que ofreces a todos los seres humanos.

Asamblea

Te lo pedimos en el nombre de Jesús.

5 – LITURGIA DE LA PALABRA.

Primera Lectura.

Guía:

El profeta Isaías anuncia la venida del Mesías por la unción del Espíritu Santo. Ese profeta mesiánico tiene una misión que a continuación escucharemos.

Lector/a:

Is. 61,1-3. 6-9.

Lector/a:

Palabra de Dios

Asamblea:

Te alabamos Señor

Salmo Responsorial.

Guía:

Respondemos a la Palabra de Dios con un trozo del salmo 88, donde nuevamente se retoma el tema del Ungido.

Segunda Lectura:

Guía:

La Iglesia, pueblo sacerdotal, tiene la misión de trabajar en la construcción del Reino, hasta que El retorne en gloria.

Ap. 1,5-8

Lector/a:

Palabra de Dios

Asamblea:

Te alabamos Señor

Aclamación del Evangelio.

Todos/as:

Gloria y honor a ti Señor Jesús.

Diácona/o:

Es Espíritu del Señor está sobre mí, me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres.

Todos/as:

Gloria y honor a ti Señor Jesús.

Guía:

Jesús anuncia y hace realidad la profecía de la lectura de Isaías que acabamos de escuchar: Jesús es el Mesías enviado por Dios.

La/el  diácona/o pide la bendición al Obispo.

Diácona/o:

El Señor esté con ustedes.

Asamblea:

Y con tu espíritu.

Diácona/o:

Proclamación del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo + según san Lucas.

Lc. 4,16—21

Diácona/o:

Es palabra del Señor.

Asamblea:

Gloria a ti, Señor Jesús.

6 – HOMILIA.

Obispo.


7 – LITURGIA DE LA BENDICION DE LOS ÓLEOS.

Guía:

Se presentan ahora al altar el óleo de los enfermos y de los catecúmenos para ser bendecidos, el santo crisma para ser consagrado por el Obispo y el pan y el vino para celebrar la Eucaristía.

Obispo de pie y sin mitra.

Diácona/o:

Óleo de las personas enfermas.

Guía:

El Obispo bendecirá el Óleo de los enfermos, cuyo uso ya atestigua el apóstol Santiago para dar fortaleza y llevar cristianamente las enfermedades. Nos unimos en la oración de bendición, pidiendo al Señor por todas las personas enfermas, que con este aceite serán ungidas.

Obispo:

Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de las personas enfermas por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición  +  este óleo para que todas las personas que sean ungidas con él, sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor, este aceite sea para tu pueblo, óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor.

Todos/as:

Amén.

Diácona/o:

Óleo de los catecúmenos.

Guía:

El Obispo bendecirá el Óleo de los catecúmenos, cuya propiedad es fortalecer a las personas que serán bautizadas y poder enfrentar así las dificultades de la vida cristiana.

Obispo:

Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un símbolo de vigor, dígnate bendecir  +  este óleo y concede tu fortaleza a las personas que se preparan al bautismo que han de ser ungidas con él, para que, al aumentar en ellas el conocimiento de las realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente el Evangelio de Cristo, y, admitidas entre tus hijos e hijas de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidas y de formar parte de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Asamblea:

Amén.

Consagración del Santo Crisma.

Diácona/o:

Oleo para el Santo Crisma.

Guía:

Los Obispos consagran ahora el Santo Crisma que será usado en bautismos, confirmaciones y ordenaciones diaconales, presbiterales y episcopales. Este aceite, manifiesta el don del Espíritu Santo que nos hace partícipes en diversos grados del sacerdocio de Cristo.

Obispo.
Mezcla el aceite de oliva de la anáfora con esencias aromáticas.

Pidamos a Dios Padre y Madre, que se digne bendecir y santificar este ungüento para que aquellas personas, cuyos cuerpos van a ser ungidos con él, sientan interiormente la unción de la bondad divina y sean dignas de los frutos de la redención.

Momento de oración silenciosa.

Obispo:

Señor, autor de todo crecimiento y de todo progreso espiritual: recibe complacido la acción de gracias que por nuestra voz, te dirige la Iglesia.

Al principio del mundo, tú mandaste que de la tierra brotasen árboles, y entre ellos el olivo que nos da el aceite con el que hemos preparado este santo crisma.

Ya David, en los tiempos antiguos, previendo con espíritu profético los sacramentos que tu amor instituirían a favor de la humanidad, nos invitaba a ungir nuestros rostros  con óleo en señal de alegría.

También cuando en los días del diluvio las aguas purificaron de pecado la tierra, una paloma, signo de la gracia futura, anunció con un ramo de olivo la restauración de la paz entre los seres humanos.

Y en los últimos tiempos, el símbolo de la unción alcanzó su plenitud: después que el agua bautismal lava los pecados, el óleo santo consagra nuestros cuerpos y da paz y alegría a nuestros rostros.

Por eso, tú mandaste a tu siervo Moisés que, después de purificar en el agua a su hermano Aarón, lo consagre sacerdote con la unción de este óleo.

Todavía alcanzó la unción mayor grandeza cuando tu Hijo, después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, recibió el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó tu voz declarando que é era tu Amado Hijo, en quien te complacías plenamente.

De este modo se hizo manifiesto que David ya hablaba de Cristo cuando dijo: “El Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros”.

Momento de silencio.
Todos los Obispos extienden la mano derecha sobre el santo crisma y la mantienen así hasta el final de la siguiente oración.

Obispo (continúa):

A la vista de tantas maravillas, te pedimos que te dignes santificar con tu bendición  +  este óleo y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de Santo Crisma, infundas en él la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y mártires y que hagas que este crisma sea sacramento de perfecta salvación y vida para todas las personas que van a ser renovadas por el bautismo; haz que las personas consagradas por esta unción, libres del pecado en que nacieron, y convertidas en templo de tu divina presencia, exhalen el perfume de una vida santa; que, fieles al sentido de la unción, vivan según su condición real, sacerdotal y profética y que este óleo sea crisma de salvación, para todas las personas que renazcan del agua y del Espíritu Santo, les haga partícipes de la vida eterna y reciban en herencia tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos/as:

Amén.

9 – LITURGIA EUCARISTICA

Guía:

Ahora se prepara la mesa eucarística con los dones de pan y vino.

Diácona/o prepara el altar y las ofrendas.

Obispo.

Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres y las mujeres, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida.

Asamblea:

Bendito seas por siempre Señor.

Obispo.

Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo de los hombres y las mujeres, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida.

Asamblea:

Bendito seas por siempre Señor.

Obispo:

Oren, hermanas y hermanos, para que este sacrificio mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

Asamblea:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración sobre las Ofrendas.
Obispo:

Te pedimos Señor, que la eficacia de este sacrificio, nos purifique del antiguo pecado, acreciente en nosotros y nosotras la vida nueva y nos otorgue la plena salvación.

Asamblea:

Te lo pedimos en el nombre de Jesús.

Plegaria Eucarística

Todos/as de pie.

Obispo:

El Señor esté con ustedes.

Asamblea

Y con tu espíritu.

Obispo:

Levantemos el corazón.

Asamblea:

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Obispo:

Demos gracias a Dios.

Asamblea:

Es justo y necesario.

Obispo:

En verdad es justo y necesario es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, que constituiste a tu Hijo Único, Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

El no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a personas de entre el pueblo, para que, por la imposición de manos, participen de su sagrada misión.

Estas personas, realizan en nombre de Cristo, el memorial de la última cena, preparan el banquete pascual, presiden a tu pueblo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos.

Al entregar sus vidas por ti y por la salvación de sus hermanos y hermanas, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.

Por eso, con toda la Iglesia cantamos el himno de tu gloria, diciendo:

Todos/as:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

Obispo:

Santo eres, en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Concelebrantes:

Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y   †   Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó a celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

"Tomen y coman porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

"Tomen y beban, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva, y eterna, que será derramada para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".

Diácona/o:

Este es el misterio de nuestra fe.

Asamblea:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Obispo:

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener tu ayuda.

Te pedimos, Padre, que esta víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra; al orden episcopal, a las presbíteras y los presbíteros, a las diáconas y los diáconos y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos e hijas dispersas por el mundo.

A quienes nos precedieron en la fe y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos y todas juntas de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

Todos/as

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

10 – RITO DE LA COMUNION

Obispo:
Antes de participar en la Mesa del Señor, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como él nos ha enseñado:

Todos/as:

Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros/as tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros/as perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Obispo:

Líbranos de todos los males, Señor y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Asamblea:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Obispo:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: 'La paz les dejo, mi paz les doy', no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos/as

Amén.

Todas/os

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Obispo:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos y dichosas quienes son invitados e invitadas a la cena del Señor.

Todos/as

Señor, no soy digno/a de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Obispo:

Los dones de Dios para el pueblo de Dios.

Guía:

Al comulgar renovamos  ante el Señor nuestro compromiso de ser pueblo sacerdotal, mediador entre Dios y la Humanidad.

Comunión.
Momento de oración silenciosa.

11 – RITO DE DESPEDIDA.

Oración.

Obispo:

Concédenos, Dios todopoderoso, que quienes hemos participado en tus sacramentos seamos en el mundo, presencia de Jesucristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos/as

Amén.

Obispo:

Queridos hermanos Obispos, por Cristo maestro, sacerdote y pastor, fuimos llamados al orden del presbiterado. En esta celebración eucarística hemos querido renovar nuestro compromiso de vivir de una manera siempre digna de la vocación recibida.

Además, hemos bendecido el crisma y el óleo de los catecúmenos y de los enfermos, para subrayar el misterio de la iglesia como sacramento de Cristo, que santifica cada realidad y situación de la vida humana.

A ustedes, Obispos y a sus presbíteros y presbíteras son ahora confiados estos óleos, para que. A través de su ministerio la gracia divina, derramada en nuestros hermanos y hermanas, sea portadora de fuerza y de vida.

Respeten, veneren y conserven con particular cuidado estos óleos, signo de la gracia de Dios: las personas, los lugares y las cosas que serán ungidas con ellos, puedan resplandecer de la misma santidad de Dios que por un don admirable de su amor, ha querido que en los signos sacramentales se renovaran los eventos de la historia de la salvación.

Fraccionamiento de los santos óleos entre los obispos.

Guía:

Con la alegría de haber participado en esta celebración y disponiendo nuestro corazón para acompañar a Jesús en su camino que lo conduce a la pasión, muerte y resurrección, nos despedimos.

Bendición.
Obispo con mitra y báculo.

Obispo:

El Señor esté con ustedes.

Asamblea:

Y con tu espíritu

Obispo:

Bendito sea el nombre del Señor.

Asamblea:

Ahora y por siempre

Obispo:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Asamblea:

Que hizo el cielo y la tierra.

Obispo:

Y la bendición de Dios todopoderoso  +  Padre,  +  Hijo,  +  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

Todos/as

Amén.

Diácona/o:

En el nombre del Señor, podemos ir en paz.

Todos/as:

Demos gracias a Dios.